Mis Escritos

Mis escritos

son gratutitos

copia y pega

y ya está.

Los derechos de autor son demasiado caros

son la excusa del depredador

para hacer dinero fácil

a costa del escritor.

Por eso prefiero confiar

en que se reconocerá mi autoría.

Por eso, yo regalo mi trabajo

siempre que reconozcan mi autoría...

Copia y pega y es todo tuyo,

con mi nombre en el final.

Gracias

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lunes, 9 de junio de 2008

La esclavitud nunca fue abolida.

La esclavitud nunca fue abolida,
fue disfrazada de trabajo mal remunerado,
fue trajeada de propaganda subliminal
emboscando nuestros temores y lamentos,
haciéndonos creer que seremos mejores personas
si usamos la marca tal del producto cual.

La esclavitud persiste en todo vicio:
Drogas, alcohol y cigarrillos,
prostitución, hampa, terrorismo…

La esclavitud jamás fue eliminada,
fue incrementada
con cadenas abstractas,
invisibles y dolorosas,
cadenas hechas de envidias
de codicias
de ambiciones desmedidas.
Nunca el pobre fue más pobre,
al menos cierta vez
había dignidad en el mendigo
había dignidad en la limosna.
¡Qué nos queda!:
¿Trabajar y trabajar hasta el olvido?
¿comprar y comprar hasta la muerte...?

La esclavitud sigue atando humanidades
a la explotación del hombre por el hombre.

sábado, 26 de enero de 2008

Piratería

Negocios informales
que mejoran la vida del pobre citadino,
piratería calumniada por multinacionales,
piratería:
única salida para el pueblo desposeído...

¿O le negarías a tu hijo ese programa
de software que requiere en su escuela?
¿O le quitarías a tus hijos las sonrisas
provocadas por videojuegos?

Si en verdad quieren acabar con la piratería
entiendan de una vez
que es mejor negocio
ganar un dólar
sobre cien millones de artículos
que cien millones de dólares
sobre un solo artículo.

Dadle a los pobres el acceso a la información,
(pues la información es poder)
y vencerán la piratería,
de otro modo la naturaleza proveerá
de una manera o de otra.

domingo, 13 de enero de 2008

Ayuno

Ayuno
ante tu mesa de papel
y guardo en el adobo
mis ansias de comerte la piel.

Desayuno
tus cereales agitados
y tu jugo de flojera inadvertida
mientras veo el noticiero,
mientras leo mi periódico matutino.

Me pregunto
¡qué pasó con la pasión!
la inevitable,
la inmortal
que falleció súbitamente,
y cremamos su cadáver
en el mismo horno
en que preparas panetones.

Me pregunto
¡qué pasó con el deseo!
el paladín del sexo,
el intocable
que padeció rápidamente
ante la vulgar criptonita
de celos y apatías.

Ayuno
ante tu mesa de papel
y guardo en el vinagre
mis ansias de encurtirte la piel.

Lotería.

Entre deudas de plástico
ahogado por el desempleo
navego en un océano de incertidumbres
a la deriva
sin brújula ni astrolabio,
sin una estrella que me indique
hacia dónde queda el norte
en este embriagado acontecer
cotidiano.

Solitario y alienado
me descubro inconsistente
y soñador.

Si tan solo le diera
ese golpe mortal
a la lotería...

¡Si; tan sólo!